Al día siguiente, se levantaron muy temprano; a ya los criados los despertaron con insistencia. Rocio, debía acompañar a las negras y Lucas a Nazareno.
Vieron que ya nada era igual, desde ir al baño hasta ducharse era diferente. Un lugar bastante oloroso y agua fría bastaban para eso.
Ambos tuvieron que realizar diferentes tareas como cambiar sábanas y dejarlas bien tirantes, sin arrugas; cortar leña con un hacha, ir a buscar leche de ¿dónde? Los vendedores ambulantes comienzan a aparecer, el lechero, el agüatero. Lucas no podía creer lo que veían sus ojos; aquello era una fiel postal a la imagen que recordaba de su libro.
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